Helena, Helena, amor mío
Resumen del libro por capítulos
Esta obra de Luciano de Crescenzo nos sitúa en los últimos años de la guerra de Troya. Es en este contexto donde aparece la figura de Leonte, un joven que proviene de la isla de Gaudos, cerca de Creta. Es el hijo del rey del lugar, Neópulo, y ha partido hacia Troya con la intención de unirse a los grandes héroes que allí se encuentran, además de para buscar a su padre. En la nave le acompaña Gemónides, un anciano amigo suyo, que le aconseja en todo cuanto puede. Durante la travesía, Leonte se queja a su amigo diciéndole que no ve justo que se sacrifiquen animales, y por eso éste le responde contándole como Ifigenia fue sacrificada por culpa de una ofensa de Agamenón para calmar los mares y así poder partir hacia Troya, hacía ya nueve años. Leonte deseaba encontrar a su padre, puesto que cada vez que algún soldado regresaba del frente contaba algo distinto: lo habían matado en las murallas, en una emboscada, estaba vivo, estaba preso...Además, desde que su tío Antifinio había tomado el poder, se había convertido en un tirano y más de una vez la vida de Leonte había peligrado por ser el heredero al trono.
Dejamos a Leonte navegando y nos trasladamos nueve años atrás en el tiempo, donde la diosa de la discordia, Eris, que se queja porque le achacan la culpa de la guerra a ella, pero ella discrepa, diciendo que para empezar la culpa fue de Momo, que convenció a Zeus para que no la invitara a las bodas de Peleo y Tetis. Otra culpable fue Gea, que hizo que Zeus creara a la mujer más bella del mundo, Helena.
La boda se celebró frente a la gruta de Quirón, y asistieron todos los dioses, las Musas cantaron, las Nereidas danzaron...Hasta que, durante el banquete, Eris apareció y lanzó sobre las mesa una manzana dorada que rezaba "A la más bella". Todos empezaron a discutir sobre quién se la merecía pero Zeus, declaró que sin duda, las más bellas eran Atenea, Afrodita y Hera, pero para no mojarse, encargó la decisión final a Paris, un joven pastor que desconocí ser de la realeza. Es el origen del juicio de Paris.
Mientras, en Troya, Hécuba, esposa de Príamo (rey de Troya), había tenido una gran pesadilla. En ella su vientre se abría y aparecian unos tizones ardiendo y víboras, y después toda Troya ardía. Príamo consulto a sus adivinos y se llegó a la conclusión de que Paris, el último hijo nacido, debía morir, y por ello se lo encargó a un pastor amigo suyo, Agelao, pero éste no lo mató y se lo quedó como hijo suyo. Diecisiete años después ese muchacho se veía delante de tres diosas obligado a decidir cual era la más bella. Todas le prometieron grandes cosas, pero antes que el poder o la inteligencia, Paris eligió el amor, eligió poder tener a Helena de Esparta consigo, eligió a Afrodita. Unos días después se celebraron los juegos dardánicos en Troya, y tras presionar a Agelao, Paris fue a participar y sobresalió en todas las pruebas, eso si, ayudado por Afrodita. Fue así como el pueblo enfureció y Agelao suplicó a Príamo que lo hicieran daño, revelando que ese era su hijo.
Por otro lado, en Esparta, Tíndaro reunió a los héroes más valerosos y hizo que ofrecieran sus riquezas para ver quién se casaba con Helena. El que más ofreció fue Agamenón, en nombre de su hermano Menelao. Sin embargo Ulises le ofreció un consejo al rey a cambio de la mano de Penélope. Todos debía jurar defender el honor de Helena y así lo hicieron, en un lugar llamado "La Tumba del Caballo". Un año antes de estallar la guerra, Paris y Eneas fueron enviado a Grecia para pacificar a los aqueos, y durante su estancia allí, Paris raptó a Helena, no sin antes robar los tesoros del templo de Apolo (esto lo hizo Helena, eso si que es un amor muy rico...). Pasaron por Creta y fondearon en las costas Egipcias, donde consumaron su amor.
Regresando con Leonte, el joven ya ha llegado a Troya, pero nadie quiere bajar primero del barco debido a la maldición de Protesialo (nada más bajar del barco en las playas de Troya, lo mataron con una lanza). Tras desembarcar primero a un anciano nubio, todos bajaron, y Leonte y Gemónides comenzaron a hablar con una aqueo que les informó que la guerra había terminado. Fueron a hablar a la posada de Telón, donde Ariaso les contó que Agamenón les había convocado y les había dicho que regresaría a casa, pues Troya era inexpugnable. En ese momento entró Ulises y dijo que todo era mentira, que no había sido más que una prueba, pero Tersites gritó, llamándolo mentiroso.Tras darle una paliza, Ulises se fue para intentar convencer a los aqueos de que no se marcharan. Mientras, Tersites hablaba con Leonte y con Gemónides, y éste les cuenta que todos los héroes de la guerra no son más que unos asesinos a su parecer. También le preguntan por su padre, y Tersites les dice que ha desaparecido, pero que un mercader frigio que vendrá en los próximos meses lo sabe.
Unos días después hubo un nuevo enfrentamiento, y tras matar a un troyano Gémonides, Leonte empezó a vomitar y el anciano aprovechó la ocasión para sacarlo del combate. Héctor mientras le recriminaba su conducta deshonrosa a Paris por ello se detuvieron los combates, pues se iban a enfrentar Menelao y Paris. Tras arrojar sus lanzas, los dos se enfrascaron en el combate pero la superioridad de Menelao era clara, y estando apunto de matarlo, Afrodita le arrojó arena e hizo que Paris apareciera en el dormitorio junto a Helena, donde le incriminó su penosa forma de actuar, pero al final cayó en poder de Afrodita, y los dos yacieron.
Un día, Zeus se levantó de un humor terrible, y las tormentas asolaron la Hélade. Envió a Hermes para que avisara a todos los dioses de que quería verlos, y cuando estuvieron reunidos, les recordó quién era el señor del Olimpo. Se había enfadado debido a la intervención de las diosas (Juicio de Paris) en la guerra. Y la misma lección sirvió para todos los dioses, a los que se prohibió intervenir en los asuntos mortales.
El campamento aqueo había sido asolado durante nueve días con sus noches por una gran pestilencia que les diezmaba, obra de Apolo, que estaba ayudando a un sacerdote suyo llamado Crisis, que le imploró ayuda al no poder recuperar de forma honrada a su hija Criseis de manos del Atrida. Tras consultar al oráculo se llegó a la conclusión de que había que devolver la hija a su padre, pero Agamenón dijo que se le debía compensar por perder su botín. En ese momento empezaron las hostilidades con el Pélida. Aquiles le increpaba no haber participado en las batallas, y ni haber defendido a sus hombres; mientras que Agamenón le respondía que se iba a quedar con Briseis (la que le había tocado a Aquiles). Aquiles le insultó de mil formas por ello, y se retiró a su tienda, abandonando la lucha y los combates, a pesar de las súplicas de Atenea.
Tras la reunión, Hera y Atenea convencieron a Zeus de que Troya debía ser destruida, y para ello, recrudecieron más aún los combates.
Los dioses se inmiscuyeron en la guerra más que nunca. Al no contar con Aquiles, y tener a Ares en el bando enemigo, los aqueos empezaron a retroceder, únicamente ayudados por Diómedes, apoyado por Atenea. Durante la lucha fueron heridos Ares y Afrodita. Leonte, por su parte, aprovechó la tregua de dos días para visitar el oráculo de Apolo Timbreo, ya que un soldado les dijo que la última vez que vio a su padre, marchaba a explorar junto a Evanio, un amigo de Antifinio (tio de Leonte), y se sugirió que tal vez lo matara él. Se pusieron Gemónides y Leonte en camino, acompañados por Tersites, que conocía bien el lugar. Éste les habló de como Aquiles mató a un muchacho llamado Troilo en el templo, y por esa razón Apolo apoyaba a los troyanos. Se tenían que dar, según Gemónides, tres actos para que Troya cayera: que Troilo muriese, que los caballos de Reso bebieran en el Escamandro, y que el Paladión de Atenea fuese robado de Troya. Solo entonces caería la ciudad. Dos de esos sucesos ya había tenido lugar, los dos primeros. Al llegar, hablaron con el oráculo y tras ofrecer el sacrificio, les dijo lo siguiente: "Agua bebió y le hirieron el corazón".
Las tornas habían cambiado, ahora los aqueos eran los sitiados, estaban perdiendo la guerra. Para poder construir murallas, el astuto Ulises organizó un torneo que enfrentó a Héctor contra Áyax Telamón, sin claro vencedor. Mientras tanto, Leonte intentaba averiguar cosas sobre Evanio para incriminarlo por la muerte de su padre. Durante una noche, se relató la aventura de los Argonautas, que partieron con el objetivo de recuperar el Vellocino de Oro, para que Jasón pudiese ocupar el trono que le correspondía por derecho. Durante el viaje, una bruja llamada Medea se enamora de él y le ayuda a conseguir el Vellocino, y tras recuperarlo, quita del trono al traidor Pelias mediante un engaño y Jasón logra ser rey. Sin embargo, jasón rechaza a Medea y se casa con Glauces. Medea, furiosa, le envía un vestido autoinflamable a la novia, y los cadáveres de los hijos que había tenido al novio. También se relató la aventura con las mujeres de la isla de Lemnos... Un mensajero interrumpió el relato: se les convocaba a la tienda de Aquiles.
Una vez allí, todos intentaron convencer al Pélida de que regresara a los combates, devolviéndole a Briseis, y prometiendole grandes riquezas. Aquiles finalmente no acaba de ceder y no se decide a volver a la lucha, y Tersites le insulta y se ríe de él, como es su costumbre, y a punto está de morir. Durante el alboroto, a Evanio se le abre la camisa, y Leonte puede ver los colmillo de jabalí que fueron de su padre.
Leonte y Gémonides deciden ir a hablar con Néstor, un importante rey aqueo. Éste les cuenta la hazaña de dar caza al jabalí calidonio. Oineo, rey de Calidonia, olvidó hacer el sacrificio a Artemisa, y por eso ella envió un jabalí monstruoso que asoló la campiña. Entonces el hijo del rey convocó una cacería a la que acudieron muchos de los padres de los padres de los héroes aqueos, incluido el de Leonte. Tras muchas penurias, consiguieron abatir al monstruo. Tras muchas disputas sobre quién se quedaría con los trofeos, se le concedieron los colmillos a Neópulo, por ser el primer en herir al jabalí, y también para no beneficiar a nadie. En ese momento entró Evanio en la tienda, y Néstor le preguntó por los colmillos. Éste se sintió ofendido, pero repuso que los compró en un puesto que estaba en Las Dos Fuentes. Leonte y Gemónides deciden creerlo, pero en ese momento se alerta un ataque de los troyanos, por lo que todos van a las murallas a defenderlas, ya que Paris ha herido a Diómedes con una flecha, y Áyax y Ulises luchan a la desesperada. Mientras, Néstor ve a Patroclo, el más sobrino querido de Aquiles, y le pide que se ponga su armadura y que lidere a los aqueos para darles ánimos.
Mientras la guerra volvía a equilibrarse gracias a Patroclo y a Poseidón (enviado por Hera), Leonte y Gemónides se disfrazan de licios y acuden a Las Dos Fuentes. En el Olimpo, Hera le había pedido su cinturón mágico a Afrodita, para después yacer con Zeus y que Morfeo le durmiera. Así logró enviar a Poseidón, aunque Zeus se despertó muy enfurecido.
Leonte, Gemónides y Telón (el tabernero) llegaron al lugar y fingieron ser comerciantes. Cuando llegaron las lavanderas, fueron preguntándoles a todas para saber si conocía a una bella mujer troyana con los ojos cambiantes. Solo una lo sabía, y cambió la información por comida, para luego citar a Leonte en los Tres Túmulos, para que se reúna con Ekto, que así se llama la mujer. Cuando al fin llegó allí, se sorprendió pues le pareció ver a Helena de Esparta. Ekto le dijo que se parecían, y que la gente la llamaba Helena para halagarla, a lo que Leonte preguntó si debía llamarla Helena o Ekto. Ella le dejo decidir, y además, tras diversos mensajes amorosos, le dijo que el collar se lo dio Polixene, la menor de las hijas de Príamo. Solo ella sabía el misterio de su padre. Le volvió a citar allí al día siguiente y se despidieron.
Al llegar a la taberna, Leonte les contó todo los sucedido, y como él prefiere llamar a Ekto Helena. Por ese motivo Tersites les dijo que Helena no existía, que solo era una nube fabricada por Hera, ya que la auténtica se quedó en Egipto.
Cuando volvió a reunirse con Ekto (Helena para Leonte), ella le llevó con los ojos vendados por un pasadizo al interior de Troya.
Al entrar en la ciudad, Ekto le enseñó una casita maltrecha, su casa, y luego se dirigieron al templo de Atenea para ver a Polixene. En el templo, Leonte vio el Paladión, que sería robado por Ulises Y Diómedes unos días después, aunque con alguna disputa ya que los dos afirmaban haberlo logrado ellos solos. Volviendo a Leonte, finalmente se reunió con Polixene pero ella se negó a ayudarle hasta que no le entregara un mensaje a Aquiles, algo que escandalizó a Leonte puesto que ella vio como mataba a Troilo en el templo de Apolo, y allí se habían reunido varias veces. Leonte aceptó finalmente, y en ese momento entró un troyano llamado Asteropeo, que les contó que Patroclo había caído. Al parecer se enfrentó a Apolo en el campo de batalla y quedó desarmado. Patroclo mató al hermanastro de Héctor con una piedra, lo que desencadenó una encarnizada lucha entre ambos. Finalmente, una flecha de Euforbo lo alcanzó en la espalda, y Héctor lo traspasó con una lanza. Después de aquello, Menelao se enfrentó a Euforbo y le traspasó la garganta. Se formó una brutal batalla alrededor del cuerpo de Patroclo porque todos quería quedarselo, hasta que una densa niebla cubrió el campo y los aqueos lograron cogerlo.
Hartos de escuchar a Asteropeo, Leonte y Ekto se marcharon de allí y el muchacho volvió al campamento.
Tetis acudió a Hefestos para que forjara nuevas armas a su hijo Aquiles, ya que las había perdido debido a la muerte de Patroclo, y Hefestos aceptó encantado, ya que sentía mucho respeto hacia Tetis. Lo primero en forjar fue el escudo, ricamente decorado con cinco estratos que representaban diferentes escenas.
En el campamento, Aquiles lloraba desconsoladamente la muerte de su más querido amigo, cuyo cuerpo había sido lavado por una diosa. Se sentí destrozado por no haber protegido a Patroclo tal y como le prometió a su padre. Todos se reunieron en trono a Aquiles y éste les dijo que volvería a luchar de nuevo junto a ellos. Después de hacer las paces con Agamenón, Tetis le entregó a su hijo la nueva armadura y las armas forjadas por Hefestos, lo cual entusiasmó sobremanera a Aquiles. Los combates se reanudaron, esta vez con Aquiles, y con Artemisa, Apolo, Ares, Afrodita, Latona y Escamandro a favor de los troyanos; y Atenea, Hera, Hermes, Poseidón y Hefestos a favor de los aqueos. Durante la refriega, Aquiles mató a Ateropeo y capturó a doce troyanos vivos. Mientras tanto, un feroz combate entre los dioses tenía lugar frente a los muros de Ilión (Troya). Apolo, mediante una trampa, alejó a Aquiles de los muros, y para cuando el Pélida regresó, los troyanos se habían puesto a salvo, y Héctor esperaba fuera de las Puertas Esceas.
Zeus consultó a las Moiras poniendo las almas de Aquiles y de Héctor en una balanza. El plato de Héctor bajó hasta abajo, iba a morir. Por ello Zeus envió a Atenea que, disfrazada de Deífobo, instó a Héctor a luchar. Tras arrojarse las lanzas, Héctor pidió otra, pero Deífobo (Atenea) ya no estaba, y Aquiles rápidamente le traspasó la garganta de un lanzazo, pero sin matarlo. Héctor suplicó que devolviera el cuerpo a su padre, pero Aquiles se negó y, una vez muerto, lo ató a su carro y lo arrastró delante de las murallas de Troya.
Los funerales por Patroclo duraron doce días, y se construyó una enorme pira, donde Aquiles decapitó a sus doce prisioneros y sacrificó animales en honor de su amigo. Después del funeral, se celebraron juegos en honor de Patroclo y para celebrar la muerte de Héctor. Una noche en la taberna, Tersites se quejó de la brutalidad de Aquiles, a los que Gemónides respondió a Leonte diciéndole que no aceptaba la ley del más fuerte, el pobre tullido de Tersites. Durante la noche, dos viejos preguntaron a Leonte como llegar a la tienda de Aquiles, y éste se lo indicó. Una vez allí, uno de los viejos se descubrió, era Príamo, rey de Troya. Habló con Aquiles, le suplicó que le devolviera el cuerpo de Héctor para poder honrarlo, y Aquiles aceptó. Cuando Príamo se marchó, Leonte aprovechó la ocasión para transmitir el mensaje de Polixene al hijo de Peleo.
Durante una cacería, la reina de las amazonas Pentesilea mató a su hermana Hipólita por error, por lo que decidió ir al palacio de Príamo para evitar a las Erinnias. Una vez allí, Paris le ofreció la purificación y numerosos presentes a cambio de que acudieran las amazonas a la batalla. Durante la batalla, Aquiles mató a la reina, y la poseyó una vez muerta a causa de una maldición que caía sobre Pentesilea.
Al día siguiente Leonte y Gemónides visitaron los tenderetes de los comerciantes para comprar víveres mientras hablaban del Pélida. En eso, una leprosa le pidió dinero a Leonte, pero él la rechazó, para luego darse cuenta de que se trataba de Ekto disfrazada, que había venido a darle un mensaje: acompañaría a Aquiles al templo de Apolo para que se casara con Polixene. Tras ello, Ekto se fue. Tersites apareció ante Leonte en su lugar, y le informó que el mercader que esperaban por fin había regresado, y quedaron en verse en la taberna al a crepúsculo.
Mientras tanto, Aquiles había matado a Memnón, último aliado venido en ayuda de los troyanos. Tersites comenzó a mofarse de él como siempre, pero esta vez el hijo de Peleos le asestó un puñetazo que le fulminó enseguida. Tersites había muerto y solo le quedaba Polixene a Leonte.
Leonte acompañó a Aquiles a la boda, a pesar de que no quería tener nada que ver con él debido a lo de Tersites. Polixene le esperaba en el altar, pero una escolta de cien hombres acompañaba a Aquiles, y cerca de él estaban escondidos Ulises, Diómedes y Áyax Telamón buscando pruebas de traición por parte del Pélida, que se iba a casar con una enemiga. Leonte se internó en el bosque buscando a Ekto, pero se topó con Ulises y compañía, que le preguntaron que hacía, pero oyeron un grito proveniente del templo y al llegar encontraron a Aquiles muerto, con una flecha en su talón y otra en el vientre. Había sido obra de Paris, que le sorprendió cuando intentaba besar a Polixene. Aunque ella lo había preparado todo, ya que odiaba en secreto a Aquiles por lo que le hizo a Troilo. Un grupo de troyanos liderado por Paris y Deífobo apareció, y la lucha por las armas y el cuerpo del Pélida comenzó. Después de conseguir sacar el cuerpo de allí y volver al campamento, se le concedieron las armas a Ulises, lo cual desgradó sobremanera a Áyax, que enloqueció y acabó por suicidarse clavándose una espada en la axila, su único punto débil. Los funerales en honor a Aquiles fueron deslumbrantes, y Polixene fue ejecutada frente a la tumba de Aquiles.
En ese momento, la prioridad de los aqueos suponía acabar de una vez por todas con Paris, diestro arquero. Por ello Ulises marchó a la isla de Nea a buscar a Filoctetes, el mejor de los arqueros aqueos, y lo llevó de nuevo al frente, donde se enfrentó a Paris. Tras largo rato de injurias, comenzó el combate. Paris no logró acertar a Filoctetes, mientras que éste le atravesó la mano, el ojo y el tobillo. Paris no murió enseguida, y los troyanos lo llevaron al monte Ida para buscar a su examante Enone para que le salvara la vida. Ella se negó en un principio, pero luego se arrepintió y corrió hacia Troya con un remedio, pero ya era tarde, pue Paris había muerto en brazos de Helena.
Ante la imposibilidad de tomar Troya, los griego se desanimaron, hasta que se le ocurrió una gran idea a Ulises. Construirían un caballo de madera para colarse en la ciudad. Le encargaron el trabajo a Epeo, y los elegidos para entrar dentro fueron veintitrés. Cuando todo estuvo preparado, los griegos se marcharon con las naves a un golfo cercano y esperaron. Al verlo, los troyanos se quedaron maravillados, y decidieron llevarlo al templo de Atenea, pese a las advertencias de Casandra y Laoconte. Fue gracias a la astucia de Sinón, primo de Ulises, que se había quedado para vigilar el caballo, que los troyanos se lo llevaran a Ilión.
Los griegos esperaron, y al caer la noche abrieron las puertas Esceas, desencadenando una masacre por toda Troya. Leonte, por su parte, buscaba desesperadamente a Ekto, sin resultado. Durante la carnicería, la familia real fue completamente asesinada, al igual que todos los varones, y las mujeres llevadas a los barcos como esclavas. Al final, Menelao logró hacerse con Helena. Por su parte, Leonte halló a Ekto cerca del pasadizo secreto con un niño en brazos y con un anciano al que le faltaba la mano derecha y empuñaba una lanza. El anciano resultó ser Neópulo, su padre, que perdió la mano en los primeros años de la guerra, y moribundo, fue rescatado por Ekto, de la cual se enamoró profundamente.
Acabada la guerra, regresaron a Gaudos, donde Antifinio le dio muerte a Neópulo nada más verlo, aunque luego fue lapidado por los isleños. Leonte finalmente se casa con Ekto, y se convierte en rey. El hijo de Neópulo con Ekto, Creneo (debido al manantial del que bebió su padre para salvarse), también vive con ellos, y recuerda como llamaban a su madre Helena por su gran parecido, aunque Ekto era bella por fuera, pero también en el alma.
Regresando con Leonte, el joven ya ha llegado a Troya, pero nadie quiere bajar primero del barco debido a la maldición de Protesialo (nada más bajar del barco en las playas de Troya, lo mataron con una lanza). Tras desembarcar primero a un anciano nubio, todos bajaron, y Leonte y Gemónides comenzaron a hablar con una aqueo que les informó que la guerra había terminado. Fueron a hablar a la posada de Telón, donde Ariaso les contó que Agamenón les había convocado y les había dicho que regresaría a casa, pues Troya era inexpugnable. En ese momento entró Ulises y dijo que todo era mentira, que no había sido más que una prueba, pero Tersites gritó, llamándolo mentiroso.Tras darle una paliza, Ulises se fue para intentar convencer a los aqueos de que no se marcharan. Mientras, Tersites hablaba con Leonte y con Gemónides, y éste les cuenta que todos los héroes de la guerra no son más que unos asesinos a su parecer. También le preguntan por su padre, y Tersites les dice que ha desaparecido, pero que un mercader frigio que vendrá en los próximos meses lo sabe.
Unos días después hubo un nuevo enfrentamiento, y tras matar a un troyano Gémonides, Leonte empezó a vomitar y el anciano aprovechó la ocasión para sacarlo del combate. Héctor mientras le recriminaba su conducta deshonrosa a Paris por ello se detuvieron los combates, pues se iban a enfrentar Menelao y Paris. Tras arrojar sus lanzas, los dos se enfrascaron en el combate pero la superioridad de Menelao era clara, y estando apunto de matarlo, Afrodita le arrojó arena e hizo que Paris apareciera en el dormitorio junto a Helena, donde le incriminó su penosa forma de actuar, pero al final cayó en poder de Afrodita, y los dos yacieron.
Un día, Zeus se levantó de un humor terrible, y las tormentas asolaron la Hélade. Envió a Hermes para que avisara a todos los dioses de que quería verlos, y cuando estuvieron reunidos, les recordó quién era el señor del Olimpo. Se había enfadado debido a la intervención de las diosas (Juicio de Paris) en la guerra. Y la misma lección sirvió para todos los dioses, a los que se prohibió intervenir en los asuntos mortales.
El campamento aqueo había sido asolado durante nueve días con sus noches por una gran pestilencia que les diezmaba, obra de Apolo, que estaba ayudando a un sacerdote suyo llamado Crisis, que le imploró ayuda al no poder recuperar de forma honrada a su hija Criseis de manos del Atrida. Tras consultar al oráculo se llegó a la conclusión de que había que devolver la hija a su padre, pero Agamenón dijo que se le debía compensar por perder su botín. En ese momento empezaron las hostilidades con el Pélida. Aquiles le increpaba no haber participado en las batallas, y ni haber defendido a sus hombres; mientras que Agamenón le respondía que se iba a quedar con Briseis (la que le había tocado a Aquiles). Aquiles le insultó de mil formas por ello, y se retiró a su tienda, abandonando la lucha y los combates, a pesar de las súplicas de Atenea.
Tras la reunión, Hera y Atenea convencieron a Zeus de que Troya debía ser destruida, y para ello, recrudecieron más aún los combates.
Los dioses se inmiscuyeron en la guerra más que nunca. Al no contar con Aquiles, y tener a Ares en el bando enemigo, los aqueos empezaron a retroceder, únicamente ayudados por Diómedes, apoyado por Atenea. Durante la lucha fueron heridos Ares y Afrodita. Leonte, por su parte, aprovechó la tregua de dos días para visitar el oráculo de Apolo Timbreo, ya que un soldado les dijo que la última vez que vio a su padre, marchaba a explorar junto a Evanio, un amigo de Antifinio (tio de Leonte), y se sugirió que tal vez lo matara él. Se pusieron Gemónides y Leonte en camino, acompañados por Tersites, que conocía bien el lugar. Éste les habló de como Aquiles mató a un muchacho llamado Troilo en el templo, y por esa razón Apolo apoyaba a los troyanos. Se tenían que dar, según Gemónides, tres actos para que Troya cayera: que Troilo muriese, que los caballos de Reso bebieran en el Escamandro, y que el Paladión de Atenea fuese robado de Troya. Solo entonces caería la ciudad. Dos de esos sucesos ya había tenido lugar, los dos primeros. Al llegar, hablaron con el oráculo y tras ofrecer el sacrificio, les dijo lo siguiente: "Agua bebió y le hirieron el corazón".
Las tornas habían cambiado, ahora los aqueos eran los sitiados, estaban perdiendo la guerra. Para poder construir murallas, el astuto Ulises organizó un torneo que enfrentó a Héctor contra Áyax Telamón, sin claro vencedor. Mientras tanto, Leonte intentaba averiguar cosas sobre Evanio para incriminarlo por la muerte de su padre. Durante una noche, se relató la aventura de los Argonautas, que partieron con el objetivo de recuperar el Vellocino de Oro, para que Jasón pudiese ocupar el trono que le correspondía por derecho. Durante el viaje, una bruja llamada Medea se enamora de él y le ayuda a conseguir el Vellocino, y tras recuperarlo, quita del trono al traidor Pelias mediante un engaño y Jasón logra ser rey. Sin embargo, jasón rechaza a Medea y se casa con Glauces. Medea, furiosa, le envía un vestido autoinflamable a la novia, y los cadáveres de los hijos que había tenido al novio. También se relató la aventura con las mujeres de la isla de Lemnos... Un mensajero interrumpió el relato: se les convocaba a la tienda de Aquiles.
Una vez allí, todos intentaron convencer al Pélida de que regresara a los combates, devolviéndole a Briseis, y prometiendole grandes riquezas. Aquiles finalmente no acaba de ceder y no se decide a volver a la lucha, y Tersites le insulta y se ríe de él, como es su costumbre, y a punto está de morir. Durante el alboroto, a Evanio se le abre la camisa, y Leonte puede ver los colmillo de jabalí que fueron de su padre.
Leonte y Gémonides deciden ir a hablar con Néstor, un importante rey aqueo. Éste les cuenta la hazaña de dar caza al jabalí calidonio. Oineo, rey de Calidonia, olvidó hacer el sacrificio a Artemisa, y por eso ella envió un jabalí monstruoso que asoló la campiña. Entonces el hijo del rey convocó una cacería a la que acudieron muchos de los padres de los padres de los héroes aqueos, incluido el de Leonte. Tras muchas penurias, consiguieron abatir al monstruo. Tras muchas disputas sobre quién se quedaría con los trofeos, se le concedieron los colmillos a Neópulo, por ser el primer en herir al jabalí, y también para no beneficiar a nadie. En ese momento entró Evanio en la tienda, y Néstor le preguntó por los colmillos. Éste se sintió ofendido, pero repuso que los compró en un puesto que estaba en Las Dos Fuentes. Leonte y Gemónides deciden creerlo, pero en ese momento se alerta un ataque de los troyanos, por lo que todos van a las murallas a defenderlas, ya que Paris ha herido a Diómedes con una flecha, y Áyax y Ulises luchan a la desesperada. Mientras, Néstor ve a Patroclo, el más sobrino querido de Aquiles, y le pide que se ponga su armadura y que lidere a los aqueos para darles ánimos.
Mientras la guerra volvía a equilibrarse gracias a Patroclo y a Poseidón (enviado por Hera), Leonte y Gemónides se disfrazan de licios y acuden a Las Dos Fuentes. En el Olimpo, Hera le había pedido su cinturón mágico a Afrodita, para después yacer con Zeus y que Morfeo le durmiera. Así logró enviar a Poseidón, aunque Zeus se despertó muy enfurecido.
Leonte, Gemónides y Telón (el tabernero) llegaron al lugar y fingieron ser comerciantes. Cuando llegaron las lavanderas, fueron preguntándoles a todas para saber si conocía a una bella mujer troyana con los ojos cambiantes. Solo una lo sabía, y cambió la información por comida, para luego citar a Leonte en los Tres Túmulos, para que se reúna con Ekto, que así se llama la mujer. Cuando al fin llegó allí, se sorprendió pues le pareció ver a Helena de Esparta. Ekto le dijo que se parecían, y que la gente la llamaba Helena para halagarla, a lo que Leonte preguntó si debía llamarla Helena o Ekto. Ella le dejo decidir, y además, tras diversos mensajes amorosos, le dijo que el collar se lo dio Polixene, la menor de las hijas de Príamo. Solo ella sabía el misterio de su padre. Le volvió a citar allí al día siguiente y se despidieron.
Al llegar a la taberna, Leonte les contó todo los sucedido, y como él prefiere llamar a Ekto Helena. Por ese motivo Tersites les dijo que Helena no existía, que solo era una nube fabricada por Hera, ya que la auténtica se quedó en Egipto.
Cuando volvió a reunirse con Ekto (Helena para Leonte), ella le llevó con los ojos vendados por un pasadizo al interior de Troya.
Al entrar en la ciudad, Ekto le enseñó una casita maltrecha, su casa, y luego se dirigieron al templo de Atenea para ver a Polixene. En el templo, Leonte vio el Paladión, que sería robado por Ulises Y Diómedes unos días después, aunque con alguna disputa ya que los dos afirmaban haberlo logrado ellos solos. Volviendo a Leonte, finalmente se reunió con Polixene pero ella se negó a ayudarle hasta que no le entregara un mensaje a Aquiles, algo que escandalizó a Leonte puesto que ella vio como mataba a Troilo en el templo de Apolo, y allí se habían reunido varias veces. Leonte aceptó finalmente, y en ese momento entró un troyano llamado Asteropeo, que les contó que Patroclo había caído. Al parecer se enfrentó a Apolo en el campo de batalla y quedó desarmado. Patroclo mató al hermanastro de Héctor con una piedra, lo que desencadenó una encarnizada lucha entre ambos. Finalmente, una flecha de Euforbo lo alcanzó en la espalda, y Héctor lo traspasó con una lanza. Después de aquello, Menelao se enfrentó a Euforbo y le traspasó la garganta. Se formó una brutal batalla alrededor del cuerpo de Patroclo porque todos quería quedarselo, hasta que una densa niebla cubrió el campo y los aqueos lograron cogerlo.
Hartos de escuchar a Asteropeo, Leonte y Ekto se marcharon de allí y el muchacho volvió al campamento.
Tetis acudió a Hefestos para que forjara nuevas armas a su hijo Aquiles, ya que las había perdido debido a la muerte de Patroclo, y Hefestos aceptó encantado, ya que sentía mucho respeto hacia Tetis. Lo primero en forjar fue el escudo, ricamente decorado con cinco estratos que representaban diferentes escenas.
En el campamento, Aquiles lloraba desconsoladamente la muerte de su más querido amigo, cuyo cuerpo había sido lavado por una diosa. Se sentí destrozado por no haber protegido a Patroclo tal y como le prometió a su padre. Todos se reunieron en trono a Aquiles y éste les dijo que volvería a luchar de nuevo junto a ellos. Después de hacer las paces con Agamenón, Tetis le entregó a su hijo la nueva armadura y las armas forjadas por Hefestos, lo cual entusiasmó sobremanera a Aquiles. Los combates se reanudaron, esta vez con Aquiles, y con Artemisa, Apolo, Ares, Afrodita, Latona y Escamandro a favor de los troyanos; y Atenea, Hera, Hermes, Poseidón y Hefestos a favor de los aqueos. Durante la refriega, Aquiles mató a Ateropeo y capturó a doce troyanos vivos. Mientras tanto, un feroz combate entre los dioses tenía lugar frente a los muros de Ilión (Troya). Apolo, mediante una trampa, alejó a Aquiles de los muros, y para cuando el Pélida regresó, los troyanos se habían puesto a salvo, y Héctor esperaba fuera de las Puertas Esceas.
Zeus consultó a las Moiras poniendo las almas de Aquiles y de Héctor en una balanza. El plato de Héctor bajó hasta abajo, iba a morir. Por ello Zeus envió a Atenea que, disfrazada de Deífobo, instó a Héctor a luchar. Tras arrojarse las lanzas, Héctor pidió otra, pero Deífobo (Atenea) ya no estaba, y Aquiles rápidamente le traspasó la garganta de un lanzazo, pero sin matarlo. Héctor suplicó que devolviera el cuerpo a su padre, pero Aquiles se negó y, una vez muerto, lo ató a su carro y lo arrastró delante de las murallas de Troya.
Los funerales por Patroclo duraron doce días, y se construyó una enorme pira, donde Aquiles decapitó a sus doce prisioneros y sacrificó animales en honor de su amigo. Después del funeral, se celebraron juegos en honor de Patroclo y para celebrar la muerte de Héctor. Una noche en la taberna, Tersites se quejó de la brutalidad de Aquiles, a los que Gemónides respondió a Leonte diciéndole que no aceptaba la ley del más fuerte, el pobre tullido de Tersites. Durante la noche, dos viejos preguntaron a Leonte como llegar a la tienda de Aquiles, y éste se lo indicó. Una vez allí, uno de los viejos se descubrió, era Príamo, rey de Troya. Habló con Aquiles, le suplicó que le devolviera el cuerpo de Héctor para poder honrarlo, y Aquiles aceptó. Cuando Príamo se marchó, Leonte aprovechó la ocasión para transmitir el mensaje de Polixene al hijo de Peleo.
Durante una cacería, la reina de las amazonas Pentesilea mató a su hermana Hipólita por error, por lo que decidió ir al palacio de Príamo para evitar a las Erinnias. Una vez allí, Paris le ofreció la purificación y numerosos presentes a cambio de que acudieran las amazonas a la batalla. Durante la batalla, Aquiles mató a la reina, y la poseyó una vez muerta a causa de una maldición que caía sobre Pentesilea.
Al día siguiente Leonte y Gemónides visitaron los tenderetes de los comerciantes para comprar víveres mientras hablaban del Pélida. En eso, una leprosa le pidió dinero a Leonte, pero él la rechazó, para luego darse cuenta de que se trataba de Ekto disfrazada, que había venido a darle un mensaje: acompañaría a Aquiles al templo de Apolo para que se casara con Polixene. Tras ello, Ekto se fue. Tersites apareció ante Leonte en su lugar, y le informó que el mercader que esperaban por fin había regresado, y quedaron en verse en la taberna al a crepúsculo.
Mientras tanto, Aquiles había matado a Memnón, último aliado venido en ayuda de los troyanos. Tersites comenzó a mofarse de él como siempre, pero esta vez el hijo de Peleos le asestó un puñetazo que le fulminó enseguida. Tersites había muerto y solo le quedaba Polixene a Leonte.
Leonte acompañó a Aquiles a la boda, a pesar de que no quería tener nada que ver con él debido a lo de Tersites. Polixene le esperaba en el altar, pero una escolta de cien hombres acompañaba a Aquiles, y cerca de él estaban escondidos Ulises, Diómedes y Áyax Telamón buscando pruebas de traición por parte del Pélida, que se iba a casar con una enemiga. Leonte se internó en el bosque buscando a Ekto, pero se topó con Ulises y compañía, que le preguntaron que hacía, pero oyeron un grito proveniente del templo y al llegar encontraron a Aquiles muerto, con una flecha en su talón y otra en el vientre. Había sido obra de Paris, que le sorprendió cuando intentaba besar a Polixene. Aunque ella lo había preparado todo, ya que odiaba en secreto a Aquiles por lo que le hizo a Troilo. Un grupo de troyanos liderado por Paris y Deífobo apareció, y la lucha por las armas y el cuerpo del Pélida comenzó. Después de conseguir sacar el cuerpo de allí y volver al campamento, se le concedieron las armas a Ulises, lo cual desgradó sobremanera a Áyax, que enloqueció y acabó por suicidarse clavándose una espada en la axila, su único punto débil. Los funerales en honor a Aquiles fueron deslumbrantes, y Polixene fue ejecutada frente a la tumba de Aquiles.
En ese momento, la prioridad de los aqueos suponía acabar de una vez por todas con Paris, diestro arquero. Por ello Ulises marchó a la isla de Nea a buscar a Filoctetes, el mejor de los arqueros aqueos, y lo llevó de nuevo al frente, donde se enfrentó a Paris. Tras largo rato de injurias, comenzó el combate. Paris no logró acertar a Filoctetes, mientras que éste le atravesó la mano, el ojo y el tobillo. Paris no murió enseguida, y los troyanos lo llevaron al monte Ida para buscar a su examante Enone para que le salvara la vida. Ella se negó en un principio, pero luego se arrepintió y corrió hacia Troya con un remedio, pero ya era tarde, pue Paris había muerto en brazos de Helena.
Ante la imposibilidad de tomar Troya, los griego se desanimaron, hasta que se le ocurrió una gran idea a Ulises. Construirían un caballo de madera para colarse en la ciudad. Le encargaron el trabajo a Epeo, y los elegidos para entrar dentro fueron veintitrés. Cuando todo estuvo preparado, los griegos se marcharon con las naves a un golfo cercano y esperaron. Al verlo, los troyanos se quedaron maravillados, y decidieron llevarlo al templo de Atenea, pese a las advertencias de Casandra y Laoconte. Fue gracias a la astucia de Sinón, primo de Ulises, que se había quedado para vigilar el caballo, que los troyanos se lo llevaran a Ilión.
Los griegos esperaron, y al caer la noche abrieron las puertas Esceas, desencadenando una masacre por toda Troya. Leonte, por su parte, buscaba desesperadamente a Ekto, sin resultado. Durante la carnicería, la familia real fue completamente asesinada, al igual que todos los varones, y las mujeres llevadas a los barcos como esclavas. Al final, Menelao logró hacerse con Helena. Por su parte, Leonte halló a Ekto cerca del pasadizo secreto con un niño en brazos y con un anciano al que le faltaba la mano derecha y empuñaba una lanza. El anciano resultó ser Neópulo, su padre, que perdió la mano en los primeros años de la guerra, y moribundo, fue rescatado por Ekto, de la cual se enamoró profundamente.
Acabada la guerra, regresaron a Gaudos, donde Antifinio le dio muerte a Neópulo nada más verlo, aunque luego fue lapidado por los isleños. Leonte finalmente se casa con Ekto, y se convierte en rey. El hijo de Neópulo con Ekto, Creneo (debido al manantial del que bebió su padre para salvarse), también vive con ellos, y recuerda como llamaban a su madre Helena por su gran parecido, aunque Ekto era bella por fuera, pero también en el alma.
1 comentari:
Molt bé, Javi, a temps i ben redactat, potser massa llarg com a resum!
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